Lunes 11 de agosto

Bueno chicos, despues de mucho hacerme de rogar, he vuelto, pero no os acostumbreis, que igual no me dura mucho la fiebre escritora.. Aún seguís con ganas de viaje?? pues seguidme!!

Ayer nos acostamos muy cansados, entre los kilómetros hechos y los nervios (llamémoslo así, en vez de miedo que te cagas, que queda más elegante...), así que afrontamos la jornada de hoy con mucha calma, o al menos eso pensábamos en un principio... Para empezar, que no falten esas medias lunas con dulce de leche para coger energía... y kilos (aunque los que me visteis despues del viaje sabeis que no engordamos, aunque parezca mentira...). Hace un día nuboso y fresquito, y salimos a dar un paseo hacia el barrio de Once, el barrio judío. De camino, conocimos el Palacio de Justicia, el Monumento al Ballet, el Monumento Lavalle, la sinagoga judía más grande de Sudamérica (o al menos eso decía la guía de Juan, la misma que nos recomendó el camino chungo del día anterior...)... Interesante el paseo, uno de esos laaaaaaaaaaargos que le gustan tanto a Juan. Como anécdota, paramos a tomar algo a media mañana y Antonio tomó una fanta de pomelo... que cosas. Algunas compritas de ropa y de vuelta por nuestros pasos hasta el hotel, para darnos un gran homenaje... Por los alrededores siempre nos ofrecían cantidades industriales de publicidad de restaurantes, más de la que nuestros bolsillos podían soportar... Hoy le hicimos caso a una de ellas y decidimos probar esa carne asada argentina que tanta fama tiene: la parrilada. No se puede comer más ni mejor, o al menos eso creíamos, porque despues vino el postre... sin palabras, de verdad. Mirad la foto y morid de envidia. Solo diré dos palabras: tiramisú y panqueques (con dulce de leche casero, como no!!).

Para bajar la comida, decidimos seguir con uno de nuestros interminables paseos hacia el barrio de Belgrano, pero el estómago pesa demasiado, así que tomamos (coger no se puede...) el subte (el metro de toda la vida...), pero al salir a la calle, apenas cinco minutos después, comienza a llover y decidimos volver al hotel y aquí comienza otro de los momentos pesadilla del viaje. El subte de Buenos Aires debe ser elástico, porque cuando crees que no cabe más gente, cabe!!! Increible. Chicos, yo conozco el metro de Madrid bastante bien, aunque solo sea de tres años, y lo que acá se ve no lo he visto jamás. La gente te traslada de un sitio a otro y tú ni siquiera tocas el suelo con los pies, mucho calor... como la estación de Bernabeu en día de partido Madrid- Barça pero mil veces peor... yo creo que desde hoy soy un poquito claustrofóbica... Pasado el momento sauna, llegamos al hotel despues de hacer unas compritas para cenar algo, pero nuestro cuerpo nos pide parar de comer hasta mañana, así que vamos a hacerle caso... Buenas noches!!!

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